Frente al mar, la tarde caía cansina creando irisadas figuras de espuma cuando las olas rompían en la playa. Jacobo y Ana estaban sentados en el murete del paseo marítimo y la brisa salina les dejaba en el rostro una suave sensación de paz. No se miraban, pero sus manos se rozaban con la suavidad de unos dedos trémulos por la cercanía de la piel del otro. No podían pedir más, después de la agitación y el temor de la última noche. El silencio era ese compañero necesario en el viaje de su amor por todos los sentidos de su cuerpo. Se amaban profundamente en ese instante en que el agua marina empieza a tornarse gris anunciando las sombras de la noche, pero eso a ellos les daba igual, nada podía romper ese momento de amor supremo que allí, frente al mar benicense, estaban viviendo. Ana dejó posar su cabeza en el hombro de Jacobo y supo que allí estaba su felicidad.
Pincha en la imagen para escuchar If I Could de Pat Metheny
No hay comentarios:
Publicar un comentario